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martes, 3 de diciembre de 2013

ESCENA CALIENTE DE CIUDAD DE CRISTAL

El estruendo del derrumbe fue decayendo lentamente, como humo desvaneciéndose en el aire. Fue reemplazado por el alto chillido de pájaros asustados; Clary podía verlos sobre los hombros de Jace, dando vueltas en círculo contra el cielo oscuro.

Jace - dijo ella bajito- creo que ya ha terminado.

Él se echó para atrás ligeramente, sosteniéndose sobre los codos, y bajó la mirada hacia ella. Incluso en la oscuridad ella podía verse reflejada en sus ojos; su rostro estaba surcado por el hollín y la suciedad, el cuello de su camisa rasgado.
Sin pensarlo, ella levantó su mano, sus dedos rozando suavemente por el cabello de él. Ella lo sintió tenso, sus ojos oscureciéndose.

– Había hierba en tu pelo –dijo ella como una excusa. Tenía la boca seca; la adrenalina corría por sus venas, no solo por el peligro en el que se habia expuesto. Todo lo que acababa de ocurrir, el ángel,el derrumbe de la casa... parecía menos real que lo que veía en los ojos de Jace.
-No deberías tocarme –dijo él.
Su mano se congeló donde estaba, su palma contra su mejilla. -¿Por qué no?
- Tu sabes porque- dijo el, luego - Viste lo que yo vi ¿no?, el pasado, el angel, nuestros padres-
- Lo vi-
- Tu sabes lo que paso-
- Muchas cosas pasaron, Jace-
- No por mi- Sus palabras salieron en un angustiado susurro. - Tengo sangre de demonio, Clary. Sangre de Demonio. Entiendes eso, ¿no?
- Eso no significa nada. Valentine estaba loco. El solo estaba desvariando-
- ¿Y Jocelyn?¿Tambien ella estaba loca?- Sus ojos se posaron en los suyos como taladros dorados.
- Yo se lo que valentine estaba tratando de hacer, Clary. El estaba tratado de crear hibridos - angeles/humanos y demonios/humanos. - Eres la primera, Clary, yo soy el ultimo. Soy en parte montruo. En parte todo aquello que he intentando tan duramente extinguir, destruir.-

-Eso no es verdad. No puede ser. No tiene sentido-
- Pero si lo es- Había una desesperación furiosa en la expresión de Jace. Ella podía ver el destello de la cadena de plata alrededor de su garganta desnuda, iluminando como una baliza bajo la luz de las estrellas. - Eso lo explica todo.-
Ella sacudio su cabeza tan fuerte, que sintio la grama picando contra sus mejillas.
--¿Te refieres a que eso explica por qué eres un Cazador de Sombras tan increíble? ¿Por qué eres leal, e intrépido, y honesto, y todo lo que los demonios no son?
-Eso explica –dijo él sin alterar la voz–, por qué siento de la manera en que lo hago por ti.-

Su aliento siseo entre sus dientes -Jace, ¿Qué quieres decir?-
Él se quedó en silencio durante un largo instante, mirándola - por tanto tiempo que de hecho, ella se preguntaba si el planeaba hablar del todo, o si solo con mirarla era suficiente. Despues de todo, se quedo mirandolo como una inutil. Sus miradas estaban fijas como engranajes, a ella le era mas dificil alejar su mirada de el que poder respirar con agua en los pulmones.
- Eres mi hermana- dijo el finalmente, - Mi hermana, mi sangre, mi familia. Yo deberia estar protegiendote - él se rió quedamente y sin humor–, protegiendote de la clase de chicos que quieren hacer contigo exactamente lo que yo quiero hacer.-
Clary dejo de respirar. El estaba ahi, mirandola pero su expresion habia cambiado - habia algo en su cara que ella nunca habia visto antes, una somnolienta, mortifera, casi depredadora luz en sus ojos. Ella estaba sumamente conciente de la fuerte presion de su cuerpo sobre el de ella, los huesos de sus caderas acoplandose en contra a los de ella, y le dolia en todas partes no poder tocarlo, le dolia casi como un dolor fisico.

- Lo que quiero hacerte- dijo el. Sin pensar en nada mas, solamente en como ella lo deseaba, ella dejo que sus dedos recorrieran desde su mejilla hacia sus labios, trazando la forma de su boca con el tacto de su dedo indice. Ella era recompensada por el alcance de su aliento, el repentino oscurecimiento de sus ojos. El no se movia.
- Que es exactamente lo que me quieres hacer?- ella susurro.
La luz en sus ojos resplandecia. Lentamente inclino su cabeza hasta que sus labios estuvieran en contra a su oreja. Cuando el hablo, ella sintio su aliento rozar su piel, haciendola stremecer: - Te lo podria mostrar. -
Ella no dijo nada. Aun si ella pusiera en orden sus aislados pensamientos para componer las palabras, ella no queria decirle que parara. Ella estaba cansada de decirle no a Jace- cansada de nunca permitirse sentir lo que su cuerpo entero deseaba sentir. Cueste lo que cueste...

Ella lo sintio sonreir, sus labios en contra de su oreja. - Si quieres que pare, dimelo ahora,- le susurro. Cuando ella todavia no decia nada, el rozo su boca contra el hueco de sus sienes. - O ahora.- Sus labios recorrieron sus pomulos en el mas ligero de los besos, un beso de mariposa.
- O ahora.- Su boca recorrio la linea de su quijada. - O ahora.- Sus labios estuvieron en contra los suyos, sus palabras hablaron dentro de su boca. - Ahora,- susurro y luego la beso.

Al principio la presion de sus labios fue gentil, buscando, pero cuando ella respondio instantaneamente - deslizado sus brazos alrededor de el, enredando sus manos en sus cabellos - ella sintio que la presion cautelosa de su cuerpo habia cambiado a otra cosa. De repente el estaba besandola con una presion golpeadora, sus labios aplastando los suyos. Ella probo la sangre en su boca, pero no le importo. Habian piedras clavandose en su espalda, y su hombro le dolia donde se habia golpeado cuando cayo por la ventana, pero eso tampoco le importaba. Todo lo que existia era Jace, todo lo que ella sentia, esperaba, respiraba, deseaba y veia era Jace. Nada mas importaba.
El interrumpio el beso, alejandose, ella lo libero con un suave sonido de renuente protesta. Su boca estaba hinchada, sus ojos grandes y oscuros, casi negros de deseo. El busco los botones de su abrigo, tratando de desabrochar el primero, pero sus manos estaban temblando tan mal que no pudo manejarlo. Clary puso su mano en la suya, maravillandose interiormente por su propia calma - podria ella haber temblado tanto como el lo estaba?
- Dejame hacerlo- ella dijo.

El estaba quieto. El veia como ella desabrochaba los botones, sus dedos lo hacian tan rapido como podia. Su abrigo se abrio. Debajo de este, ella vestia solo una fina blusa de Amatis y el aire frio de la noche, paso a traves de la fina tela, haciendola jadear. Ella alzo sus manos. - Vuelve- ella susurro. - Besame otra vez-.
El hizo un sofocante sonido y cayo en sus brazos como alguien regresando por aire despues de casi haberse ahogado. El beso sus parpados, sus mejillas, su garganta, antes de retornar a sus labios: sus besos ahora eran freneticos, casi torpes en su mayoria - tan distinto de Jace, quien nunca parecia apurarse o precipitarse por nada... Sin el abrigo en medio de ellos, ella pudo sentir el calor de su cuerpo, saliendo desde su camiseta hacia ella; sus manos deslizandose alrededor de ella, debajo de ella los tirantes de su brassiel, marcando su columna, su tacto abrasaba su piel desnuda - ella deseaba tocarlo por todos lados, sujetarlo mientras el estuviera temblando, tal como temblaba ahora - y que no se produciera más espacio entre ellos.

Ella le quito la chaqueta y de alguna forma su camiseta tambien estaba afuera. Sus manos exploraron sus cuerpos: ella corrio sus dedos hacia lo mas bajo de su espalda y sintio las capas de suave piel sobre sus delgados musculos, y algo que ella no habia esperado, algo que ella debia tener - cicatrices, como finas cables por toda su piel. Ella hubiera supuestoque eran imperfecciones, estas marcas, pero no se sentían de esa manera para ella; eran las marcas de la historia de Jace, grabada sobre su cuerpo: el mapa de una vida de guerra y peleas. Ella tocó la cicatriz en forma de estrella de su hombro y se alzo para rozar su boca a traves de esta. Algo frío y metálico chocó con su clavícula, e hizo una exclamación entrecortada por la sorpresa.

Jace se alzo sobre sus codos para mirarla. -¿Qué pasa? –su voz era lenta, casi drogada–. ¿Te he hecho daño?
-No. Ha sido esto –ella tocó la cadena de plata que rodeaba su cuello. En su final colgaba un pequeño aro de metal plateado. Ese anillo –el metal labrado con su diseño de estrellas– ella conocía ese anillo. El anillo de
Morgenstern. Era el mismo anillo que había relucido sobre la mano de Valentine en el sueño que el ángel les había mostrado. Había sido suyo, y se lo había dado a Jace, como había sido siempre a lo largo del tiempo, de padre a hijo. -Lo siento –dijo Jace. Él dibujó la línea de su mejilla con la punta del dedo, había una intensidad como de ensueño en su mirada–. Olvidé que llevaba esta maldita cosa. Un frío repentino inundó las venas de Clary. -Jace –dijo ella en voz baja–. Jace, no.

Que escena!!...

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